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Messi, Suárez, Neymar y Sampaoli

Buen partido esta noche en el Sánchez Pizjuán. Sampaoli parece que va venciendo las desconfianzas. Empezó el curso perdiendo dos supercopas y eso a la afición no le hizo gracia, ni siquiera disculpó que los de enfrente fueran el Madrid y el Barça. La propia forma de hablar del entrenador, colocando tan enfáticamente el estilo por delante de los resultados, aumentó el mal humor. Pronto llegó el 6-4 ante el Espanyol, que hasta creó más polémica. La gente vio un barullo y se marchó pensando que igualmente podría haber acabado 4-6. Pero ese tiempo de la desconfianza ha pasado. Primero, por resultados. Últimamente, también con juego.

Sampaoli ha afirmado definitivamente su equipo con tres centrales firmes, dos laterales largos entre los que se planta Nzonzi, como faro, tres jugones más arriba (con la revelación de Nasri, del que difícilmente podría esperarse tanto) y un delantero, que finalmente es Vietto. No es Gameiro, pero empieza a acertar. La cosa funciona. Hoy quizá falte Nasri, aunque eso no se sabrá hasta última hora. Quizá veamos a Ganso, al que sobra calidad y falta espíritu, o quizá a alguien más batallador. De todas formas se espera un gran Sevilla, con cincuenta mil entusiastas apretando desde fuera. Un Pizjuán motivado es un valor, desde el himno.

El Barça es otra cosa. Tres delanteros fantásticos y un equipo sin fraguar, en el que si falta Piqué falta espíritu. El modelo imperfecto deja en demasiada soledad a Sergio Busquets, que por esa razón empieza a no parecer el mismo. Sin Alba y sin Iniesta, faltan soluciones. Pero vuelvo al principio del párrafo: Messi, Luis Suárez, Neymar. Eso no lo tiene nadie. Eso es lo que vamos a ver frente al modelo Sampaoli y la fiebre del Pizjuán, donde nació lo del Jugador Número Doce, una noche ante Alemania, en los años de Kubala como seleccionador y Lora en el campo. Un partido intrigante y magnífico, que puede romper hacia cualquier lado.