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Doña Carmena y la calle de Di Stéfano

Doña Carmena, la alcaldesa de Madrid que debutó (o así) pidiendo a las madres que fueran a los colegios a limpiar porque lo harían con la motivación del cariño a sus hijos, la misma que algún tiempo después sugirió que los niños recogieran las colillas de los suelos, mostraba el otro día, feliz, la foto del Bernabéu tapado por una especie de lata boca abajo que va a costar 400 millones de euros. A su lado estaba, feliz, el presidente del Madrid, cuyo mucho más ambicioso proyecto inicial para la reforma del estadio no se parece en nada a esto, pero que obtuvo del capotazo de la alcaldesa una escapatoria al pinchazo.

Alguien me ha incomodado con la pregunta de cómo esa chaqueta metálica, traje de luces, mantón de Manila, o como quiera que llamemos a este recubrimiento del Bernabéu, puede costar más que lo que cuesta el nuevo campo del Atlético de Madrid o costó el San Mamés nuevo. No sé qué contestar. Como tampoco sé qué contestar cuando alguien me pregunta cómo la alcaldesa no se revolvió a la pregunta de si el Madrid pagaría a la ciudad los 20 millones que ha de devolver según sentencia de la UE, a lo que sólo respondió Florentino diciendo que recurrirá. Doña Carmena o no se enteró o disimuló. No dijo ni pío.

Dos días después de aquel esperpento menor, me encuentro con que a Di Stéfano por fin le dedica una calle mi Ayuntamiento. Es en el distrito de Hortaleza, una calle menor, ramal de la Avenida de Manuel Fraga Iribarne. De momento, un descampado en el extrarradio. Quizá a esa calle le espere un futuro glorioso, pero hoy por hoy me parece un desdén, que no sé si tiene remedio, dedicarle un erial en proyecto a aquel señor venido de Buenos Aires que tanto hizo por el nombre de esta ciudad. Pero si todo consiste en ponerle un traje de luces al Bernabéu, estamos cumplidos. Muchas gracias, alcaldesa.