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La fidelidad, el acierto y la fotocopia

Duscher me dio la clave en el Racing: “Marce saca lo mejor del jugador, es el número uno, pero no lo quiero otro año”. Normal. Le obligó a perder 9 kilos para brillar. Ahí, en su obsesiva exigencia, está la razón de este despido. Es ideal para periodos cortos. Pero se atraganta en proyectos largos. Salvo en Huelva, donde empezó su maestría, siempre tuvo roces. En Santander, con los pilares pese a ir a la UEFA. En Zaragoza, tras subir, salió con rasguños. Y en Sevilla, donde quiso moldear sus principios, acabó burlado por las estrellas. Ese día juró no traicionarse más.

Y lo cumplió. Ya no se calla una. Roig no le fichó todo lo exigido tras darle gloria (ascenso, Europa League y Champions) y le trajo opciones secundarias (N’Diaye, Pato...). La idea de fracasar en otra previa europea (lo hizo en Sevilla) le tensó. Pero el colmo han sido los privilegios. Tras haber botado a Cani y no maridar con el director deportivo (Cordón se fue), se veía con fuerzas para todo. Y descarriló. Tenía razón con Musacchio (15 días sin currar pensando en Milán), pero pecó en las formas (retirada del brazalete y bronca pública). Entiendo que el Villarreal evite que el fuego se propague. Y Escribá promete. Ahora, viene de bajar, y en la caseta también tuvo líos. Pregunten en Elche y Getafe.