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Bienvenido el rey Froome

Chris Froome cabalga hacia su tercer Tour. Aún quedan tres etapas en los Alpes. A cada cual más tremenda. Suficiente cada una de ellas para dar un vuelco a la general. ¿Pero quién lo va a dar? ¿Mollema, que ayer perdió 40 segundos en kilómetro y medio? ¿Yates, que también perdió tiempo? ¿Nairo, quien fue el primero en ceder? De esta manera, sin que apenas pase nada, la figura de Froome va creciendo según se acerca el final de la carrera. Le basta con engallarse cada vez que se acerca el final de etapa para ir aumentando sus diferencias. Un poquito en los Pirineos, otro poquito en la crono, un poquito más al comenzar los Alpes... Así, todos sus rivales se van convirtiendo en súbditos, dado que les faltan fuerzas o quién sabe si incluso valentía.

Valentía para plantear un ataque largo a Froome, dado que en las distancias cortas domina a todos. Mas su guardia pretoriana impone. Y así, día tras día, año tras año, su hegemonía se alarga hasta convertirle en un rey del Tour. No pudo destronarle Contador en su momento, ni tampoco Nairo ahora. Se dispone a sumar su tercer Tour en cuatro años; el que le falta, ganado por Nibali, conviene recordar que no pudo disputarlo al abandonar tras caerse dos veces sobre el pavés. Vaticinar su triunfo, cuando faltan tres etapas que se presumían decisivas para el desenlace de la carrera, parece aventurar mucho, pero en verdad no se ve a nadie capaz de inquietarle, por lo cual, y por mucho que lo lamentemos, este Tour puede declararse visto para sentencia.