Un Alemania-Italia siempre deja algo
No fue la prórroga del 70, aquella media hora inolvidable en México, pero este partido sí será recordado al menos por la tanda de penaltis, larga, marcada por tres fallos en la serie de cinco y luego por la prolongación de la muerte súbita. Nueve penaltis hubo de tirar cada equipo. Entre los que fallaron estuvo Zaza, que había salido en el último instante de la prórroga, como presunto especialista. Buffon los vio casi todos, pero varios se le escaparon por un centímetro. Entre ellos, el último, el decisivo. Neuer anduvo menos ducho en adivinación, pero paró el que tenía que parar. Y sigue Alemania.
Un final telegénico para un partido que no lo fue. Un partido táctico y cauteloso, para disfrutar sólo si se miraba desde la pizarra. El primer tiempo fue demasiado espeso. El segundo se abrió con la jugada del gol de Alemania, en la que Mario Gómez metió un pase digno de Laudrup que desbarató la defensa italiana y la cosa acabó en gol de Özil. Sólo entonces se movió Italia, que se encontró el empate en una melonada de Boateng: en un balón al área levantó los brazos para señalar que no agarraba a Chiellini y el balón le pegó en el derecho. El penalti lo tiró Bonucci. El primero, tandas aparte, de su carrera.
Luego fallaría el de la tanda. A cambio, Boateng acertaría el suyo. En fin, que Alemania pasa, se supone que ante Francia, que hoy recibe en Saint Denis a Islandia, esa especie de Leicester vikingo que está ganando partidos y afectos en esta Eurocopa. Nadie da hoy un duro por ellos, pero tampoco en los partidos anteriores. La otra semifinal, ya saben, la disputarán Gales y Portugal, o sea, Bale y Cristiano. Bale es ensalzado estos días en Gales al nivel de héroe nacional, y con motivo. Es el alma de ese equipo, como Cristiano es la proa del suyo. En fin, que estarán en la final Gales o Portugal. ¿Quién nos lo iba a decir?