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Ni Del Bosque ni Casillas hablan claro

Hace como un año, Del Bosque dijo que iba a dejar el cargo al terminar la participación de España en esta Eurocopa. En esas siguió hasta que hace unas cuantas semanas emborronó algo aquel mensaje, dejando en el aire una especie de “ya veremos”. Ese “ya veremos” se entendía como la respuesta a un eventual clamor por su continuidad si las cosas hubieran salido muy bien. Pero no han salido muy bien, han salido bastante mal. El equipo ha caído en octavos, la gente está decepcionada. Del Bosque tenía margen para resistir el fracaso del Mundial de Brasil, pero pienso que ya lo ha agotado.

Quizá él y Villar no piensen así. En su derecho están. Pero lo que menos me gusta es que no diga ni una cosa ni la otra. Y no me gusta porque noto en la calle que cada día que se prolongue este silencio se desgasta su figura, muy querida por otra parte. Debería darse cuenta de que corre el riesgo de convertirse en la mosca en la sopa. Y si confía en Villar, que está entre presentarse a la UEFA o a la Federación, para que le marque la hoja de ruta, peor que peor. Del Bosque es demasiado personaje como para condicionar este momento crítico de su vida a los intereses y ventoleras de Villar. Temo que se desgaste.

Otro que no habla claro es Casillas. Ayer acudió al recurso de utilizar un tramito de la película Rambo para insinuar que deja la Selección. Bueno, es original, es ‘cool’, pero es un decir sin decir. Me ha dado por recordar la forma en que se fue Zubizarreta, mucho más clara y bonita, a mi juicio, cuando dijo aquello de “sonó el timbre, se acabó el recreo”. Es verdad que él dejaba el fútbol, no sólo la Selección, pero la retirada de La Roja de Casillas, el más grande, el capitán de los éxitos, el que se enfrentó a Mourinho por ella, merecería algo mejor que una indirecta lanzada a través de Rambo.