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No hay por qué aguantar a los hooligans

La barbarie hooligan ha reaparecido en la Eurocopa, para amargarnos. Los hooligans ingleses han sido durante tiempo la vergüenza del fútbol, el argumento para quienes lo querían atacar. Durante años hicieron menos ruido y menos daño, pero ahora han inundado los telediarios de todo el mundo con sus espantosas imágenes en el viejo puerto de Marsella, uno de los rincones emblemáticos de Europa. Su bestialidad gratuita nos ha espantado a todos y ha obligado a un esfuerzo de seguridad extra en Francia, detrayendo elementos del gran operativo contra la amenaza siniestra del Daesh.

Estos indeseables incluso invocaban al Daesh, en su delirio alcohólico. Esa mezcla de ignorancia, brutalidad congénita y cerveza cargada con ginebra resulta demoledora. Por mí, podrían echar a Inglaterra de la Eurocopa ya mismo. Cuando los del Liverpool provocaron la muerte de más de treinta pacíficos hinchas de la Juve en Heysel, la UEFA expulsó a todos los clubes ingleses de las competiciones europeas durante cinco años. Una medida extrema y medieval, pero funcionó. El problema se redujo durante años. Y ahora que rebrota no veo ninguna necesidad de aguantar esto de nuevo.

Inglaterra compareció con el bochorno de sus hordas de bárbaros sobre la espalda. Y no mostró gran cosa. Un juego insistente sin inspiración arriba (algo de Lallana y poco más), la readaptación de Rooney a otras tareas, dos buenos laterales... Eso le dio para adelantarse con un golpe franco de Dier que no bastó. Tras el gol aflojó y el castigo fue el cabezazo sobre la hora del gigantón Berezutski, que dejó el partido en empate. Eso, unido a la victoria de Gales sobre Eslovaquia, pone el foco sobre el Inglaterra-Gales del próximo jueves. Recomendaría que lo jugaran en su isla. Y que se quedaran allí.