El Liverpool se cuela en la fiesta española
Anfield aprieta mucho. El Villarreal voló allá con un solo gol de ventaja y acabó cediendo. No hay nada que objetar, aunque sí algo que lamentar. Duele ver de nuevo al Villarreal, que es ejemplo por tantos conceptos, a la puerta de una final europea. La otra vez fue un penalti fallado por Riquelme a ultimísima hora ante el Arsenal. Ahora ha sido Anfield, con su poder (no en vano avisan: ‘This is Anfield’) intimidatorio. Nos queda la duda de qué hubiera pasado si con 2-0 nos dan el penalti por empujón a Denis Suárez. Quizá entonces... Pero no se dio. A la final va el Liverpool, grande. Otra vez será. ¡Viva el Villarreal!
Así que el Liverpool se nos cruza en lo que hubiera podido ser un exceso español, la doble final europea de los nuestros. El Sevilla, claro, sí pasó. No podía ser menos. Esta es su competición, la ha ganado cuatro veces, entre ellas las dos últimas, y esta es su quinta final en diez años. El Sánchez Pizjuán truena en noches así y el equipo responde a ese entusiasmo con un rendimiento extra. Buen club, buen entrenador, buen equipo, pero sobre todo un nexo con una competición que se ha convertido para el Sevilla en su espacio de confort, su rincón de seguridad, el punto exacto en el que su ser como club se siente a gusto.
Así que tres de cuatro. Cuando se establecen discusiones sobre cuál es la mejor Liga del mundo es legítimo despejarlas con el demoledor ‘Ránking UEFA’, que traduce en datos objetivos el poderío de cada campeonato. España se va cada vez más lejos. La Premier, con sus nuevamente multiplicados derechos de televisión, es el enemigo que asoma. Podríamos tomar al Liverpool como símbolo de eso. Pero tenemos un campeonato que tampoco es ni mucho menos pobre, que ha recogido desde hace años las mejores influencias de Sudamérica y Europa y que goza de entrenadores muy buenos. Disfrutémoslo.