Luis Enrique cursa primero de Mourinho
Hace tres días un colega barcelonés le preguntó a Luis Enrique si lo que le pasa al Barça puede responder a un bajón físico y, por ende, ser responsabilidad del competente en la materia. Luis Enrique se escapó de la pregunta con una broma fácil y grosera: “¿Cuál es tu apellido?”. “Malo”, contestó el colega, por nombre completo Víctor Malo. Y pasó turno. O sea: te apellidas Malo, luego eres malo. Tu pregunta no merece respuesta. Ayer volvió a comparecer ante la prensa y desperdició la ocasión de rectificar. ¿Cómo iba a hacer tal cosa Luis Enrique? Barbilla al frente, mirada desafiante y ahí me las deis todas.
Este Barça es tan distinto del de anteayer... El otro día lo decía Capello: “Hace falta un Puyol que coja a los demás por la corbata”. Tiene razón. Incluso más allá de la forma en que se juega, también en la forma en que se está ante la vida. No hace mucho que veíamos un Barça inobjetable, casi empalagoso. Un Barça que jugaba de cine y en el que Guardiola, Puyol y Xavi marcaban la pauta. Ahora no están, y aquel vector de decencia estética lo emborrona el gamberreo de los Piqué, Alves, Neymar y Jordi Alba, con Luis Enrique como madre superiora, tan disoluta que no puede ser ejemplo.
El Barça de hace muy poco fue pluscuamperfecto. No era sólo que se quedara con el balón en casi todos los partidos, sino que además llevaba en el pecho Unicef, lo representaban Xavi, Puyol, Iniesta y en el banco Guardiola. Cuando ese Barça ganaba, enaltecía una forma de estar en la vida. Cuando no ganaba, su estilo hacía de la derrota algo noble. Pero ahora resulta que donde estaba Guardiola está ¡ay! Luis Enrique, y donde estaban Xavi y Puyol están Piqué, Alves y Neymar. Iniesta queda en franca minoría. El Barça de hace muy poco fue un ejemplo ético. El de hoy lo podría entrenar Mourinho.