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¡Por Dios! ¡Mira cómo está Zorrilla!

Valladolid no se lo creía. Zorrilla lleno hasta los topes. Lleno desde ¡hora y media antes de comenzar el partido! ¡Un partido de rugby y un lleno de los de verdad! Sin entradas regaladas. Es cierto que se dieron seis mil a los niños cuando se decidió jugar la final de Copa en Zorrilla. Había serios temores de que el campo presentara un aspecto desolador. Por eso se repartieron seis mil entradas por los colegios. Pero cuando se puso a la venta el resto y el primer día se vendieron ¡14.000!, los clubes y el Ayuntamiento empezaron a tratar de recuperar esas entradas infantiles. Al final, medio Valladolid se quedó sin poder entrar al campo. Ha sido todo un acontecimiento. ¡Acudió hasta el Rey! Valladolid ha ganado este partido. Desde ayer, capital del rugby.

¿Cómo explicar este fenómeno? En Valladolid hay tradición por el rugby. El Salvador lo introdujo en su centro docente en 1960, y el origen del Quesos Entrepinares se sitúa en el colegio Nuestra Señora de Lourdes en 1970. El rugby, en Valladolid, gustará o no, pero en absoluto resulta extraño. Ambos equipos coincidieron en la final de Copa. ¿Para qué irse a otra ciudad siendo los dos clubes de Valladolid? Tornadijo, de la SER, lanzó la idea: “¿Y por qué no jugar en Zorrilla?”. Era todo un desafío; la respuesta fue aplastante. No se trataba de entender de rugby, sino de respaldar un deporte con unos valores que otros, como el fútbol, el baloncesto o el balonmano, no han mostrado tras vivir de las arcas municipales. Ha sido toda una lección. ¡Gracias, Valladolid!