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El Gran Madrid, Londres, Buenos Aires...

Como pórtico al ‘Clásico de Todas las Españas’, se juega en un humilde rincón de Vallecas un clásico menor, pero no inferior. Hablo del Rayo Vallecano-Getafe, que enfrenta a los dos clubes madrileños que se disputan la medalla de bronce de Madrid. Hablo de Madrid comunidad, no de Madrid ciudad. El Rayo es madrileño en el segundo sentido. Vallecas es Madrid desde los cincuenta, en Vallecas se vota el alcalde de Madrid. Incluso tuvo uno, Barranco, buen rayista. Getafe no es Madrid, tiene alcaldesa propia. Tuvieron un alcalde muy amigo del presidente del equipo; la de ahora, al revés, está a palos.

Rayo y Getafe están en lucha por la permanencia. Su vieja solidaridad de desfavorecidos (hubo un año en que un empate convenido subió al Rayo a Primera y salvó al Getafe de bajar a Segunda B) se ha convertido ahora en rivalidad por salvarse cada cual. Viven con recelo y se miran mal. El Getafe tiene el mérito de haberse mantenido ya doce temporadas en Primera, tras su primer ascenso. Puede decir que nunca bajó a Segunda, como el Madrid, el Barça y el Athletic. El Rayo ha ido y vuelto, tiene el fervor de una barriada que le ha dado mucho a  Madrid, en trabajo y agitación  cultural. 

Por detrás viene apretando el Leganés que, como el Getafe, no es Madrid, pero como si lo fuera. Es parte del ‘Gran Madrid’. Quién sabe: si todo va bien, ese ‘Gran Madrid’ podría tener el curso próximo cinco equipos en Primera, un poco al estilo de Buenos Aires o Londres. Y aún asoma más allá el Alcorcón, que tiene pretensiones. Mientras eso llega o no llega, hay que aplaudir el esfuerzo de ese barrio y esas ciudades-barrio que pelean en territorio del Madrid y el Atlético y defienden su derecho a un lugar al sol. Con doce años en Primera, con el elegante fútbol de Paco o con la fe de este nuevo Leganés