Míchel y Fran tienen al fin relevo
El derbi ya está servido. Iago Aspas y Lucas Pérez dieron ayer el pistoletazo de salida en un acto publicitario en Santiago que volvió a demostrar que la rivalidad no está reñida con la camaradería. Como diría Caparrós, a uno le hierve en las venas la sangre celeste, al otro la blanquiazul. Son de la tierra, del Sur y del Norte, y referentes de sus respectivos equipos. El de Moaña se ha recuperado a tiempo para el duelo de Balaídos, en el que querrá terminar con su gafe en los derbis. El de Monelos, que ya fue el héroe en Riazor, querrá repetir gol y triunfo. Ambos goleadores han alcanzado esta temporada la madurez, explotando en una Liga competitiva al máximo. Es el nacimiento de una sana rivalidad personal que puede durar muchos años si no lo impide algún talonario.
O noso derbi es grande, pero estaba necesitado de dos figuras como las de Lucas y Aspas para subir un escalón más. Desde el siglo pasado no se vivía algo parecido con los ya míticos duelos entre Fran y Míchel Salgado. Sus batallas añadían todavía más épica a aquellos partidos entre Celta y Deportivo, ya de por si enormes. Eran los estandartes por nacimiento, pero también por calidad. Su último derbi lo vivieron en 1999, porque los euros del Real Madrid mandaron a Míchel al Bernabéu. Había pique, pero también complicidad porque compartían camiseta en la Selección. Es posible que en un tiempo no muy lejano Lucas y Aspas también se encuentren en la Roja porque su fútbol y sus goles los empujan hacia ese destino. Hay derbi, hay relevo.