Pierre de Coubertin: ¿Era un machista?
Pierre de Fredy, barón de Coubertin, fue el restaurador de los Juegos Olímpicos , o el creador de los Juegos de la Edad Moderna, como se prefiera. Nació el 1 de enero de 1863 en París y murió en Ginebra el 2 de septiembre de 1937. Fue el restaurador o el creador, pero no el primer presidente del Comité Olímpico Internacional, como mucha gente cree. Ese honor recayó en el griego Dimitrios Belokas, por aquello de que la primera edición olímpica iba a celebrarse en Atenas. Courbertin fue el segundo presidente, entre 1896 y 1925.
Este año se cumplen 120 años de la celebración de los primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna. Y no está de más volverse a acercar a la figura de este revolucionario del deporte mundial.
El hombre más importante de la historia del Olimpismo, con certeza absoluta. Sin embargo, ¿era Pierre de Coubertin un machista?
Me he dedicado a recopilar algunos textos escritos por el noble francés. Aquí los tenéis:
-“Las mujeres sólo tienen una labor en el deporte: coronar a los campeones con guirnaldas”
-“El deporte femenino no es práctico, ni interesante, ni estético, además de incorrecto”
-“Estimamos que los Juegos deben estar reservados a los hombres. ¿Es posible aceptar que las mujeres participen en todas las pruebas? No. Entonces ¿por qué autorizarlas a hacerlo en algunas y prohibirlas en otras?”
-El papel que la mujer debería desarrollar en los Juegos es el mismo que habrían desarrollado en la Grecia Antigua: coronar a los vencedores”.
-En la Carta de la Reforma Deportiva, publicada el 13 de septiembre de 1930, en Ginebra, cuando ya las mujeres habían debutado olímpicamente en atletismo, el deporte más importante de los Juegos, una de las propuestas es claramente contraria a la incorporación de las mujeres: “Supresión de la admisión de mujeres en todos los concursos con participación masculina”.
¿Era machista Pierre de Coubertín, el restaurador o creador?
Es cierto que en los Juegos de la Grecia Clásica las mujeres tenían prohibido competir en los Juegos y en la mayoría de los casos, ni siquiera podían acudir a presenciar las pruebas. Los atletas competían prácticamente desnudos y el argumento de la época para prohibir la asistencia femenina es que podían comparar los cuerpos de los atletas con los de sus maridos, que seguramente saldrían malparados.
En los primeros Juegos Olímpicos no hubo presencia femenina, pero, curiosamente, sí en los segundos, disputados en París, la ciudad natal de Coubertin, en los que él era ya presidente. Compitieron en tenis y en golf, en la época, deportes de señoritas, de damas, de gente bien. Creo que a Coubertin, dentro del lío general que fueron aquellos Juegos, se le escapó esa presencia de mujeres, como se le escaparon otras, según cuenta en sus ‘Memorias’, libro que guardo como oro en paño y que recomiendo a los aficionados a estas cosas.
Por cierto, que la primera campeona olímpica de la historia, la tenista Charlotte Cooper, cinco veces ganadora en Wimbledon, aprovechó un viaje de vacaciones a París para apuntarse al torneo de tenis, que ella nunca asoció con unos Juegos Olímpicos que no sabía ni que existían, y venció. Murió sin conocer que había sido la primera mujer en ganar un oro olímpico, aunque ganar un oro es decir mucho, porque en los Juegos de París se premió a los mejores con peines, pipas, bastones y demás quincalla.
Pero, ¿era machista Pierre de Coubertin?
Todo indica que sí, pero coincido con lo que escribió Juan Antonio Samaranch en su libro de memorias, que también guardo como oro en paño, y que me regaló el Diario AS. Samaranch, conservador en lo político pero revolucionario en los deportivo escribió lo siguiente: “En la primera edición de los Juegos Olímpicos de la Era Moderna, en 1896, las pruebas olímpicas estuvieron cerradas a las mujeres. El barón Pierre de Coubertin, renovador de los Juegos, era un hombre de su tiempo, convencido de que los Juegos debían seguir siendo ‘un elogio para el deporte masculino”.
A pesar de las frases demoledores que habéis leído más arriba, a Pierre de Coubertin no se le puede llamar machista. Era un hombre de su época. Y en aquella época el deporte femenino era poco menos que un sacrilegio. Estamos hablando de una persona que vivió en los últimos años del siglo XIX y principios del XX. Todos los hombres, o la inmensa mayoría de ellos, pensaban igual que el barón. Tanto los de las clases altas como los de las medias y las bajas. No se olvide que en Francia, su país natal, adelantado en tantas cosas, el sufragio femenino fue reconocido sólo en 1944, por los patriotas que luchaban contra la dominación nazi.
Coloquemos a cada cual en su sitio histórico. Y no olvidemos que todavía hoy el deporte femenino es aborrecido por algunos hombres y perseguido a muerte en países islámicos. Eso sí es machismo.
En la actualidad, el deporte femenino goza de una salud excelente, afortunadamente. Me declaro incondicional de las mujeres deportistas. Y no se olvide que en los Juegos de Londres 2012 España ganó más medallas en mujeres que en hombres, lo que tiene un mérito inmenso en un país en el que la actividad deportiva femenina llegó a estar prohibida, como es el caso del atletismo.
Gran responsable de esta evolución olímpica fue Juan Antonio Samaranch, en cuyo mandato se incluyó el deporte de mujeres en tiro, ciclismo, tenis, tenis de mesa, vela, bádminton, judo, biatlón, fútbol, softball, curling, hockey sobre hielo, halterofilia, pentatlón, taekwondo y triatlón.
Nada menos.
Ya no se entiende el deporte sin la presencia femenina y, de hecho, cada deporte nuevo que pretenda entrar en los Juegos debe ofrecer competiciones tanto en hombres como en mujeres.
Como debe ser.