Florentino se atrinchera

Hasta el final. Convencido de que los cambios drásticos a mitad de la temporada no conducen a nada bueno, y ya tiene experiencia en eso, el presidente del Madrid ha decidido tirar hasta final de temporada con lo que hay. Las dificultades de Benítez para hacer funcionar al equipo son evidentes, las ve hasta Florentino, y el engranaje del vestuario chirría, pero nada garantiza que con un golpe de efecto la cosa fuera a ir mejor. No queda otra que tirar con Rafa, esperando que el técnico engrase las relaciones con los futbolistas y consiga la implicación de todos. Caiga mejor o peor, haya perdido o no confianza, Benítez asumió una responsabilidad y el marrón es suyo. A rezar y a que el entrenador se dé cuenta de que sin la BBC arriba se juega mejor.

Despachos. Aquí tampoco quiere Florentino una escabechina. El presidente sigue confiando en José Ángel Sánchez porque le permite tener el control de los innumerables departamentos del club a una sola llamada de teléfono. Si Florentino quiere saber si un jugador tiene gripe y no entrena bien, o si un jeque kuwaití está contento, o si se han acabado las camisetas de James en una tienda de Medellín, llama a José Ángel. Puede que el director general del club haya asumido demasiadas responsabilidades y control, pero eso hace más cómoda la vida al presidente.

Futuro. Con sus muchos errores y petulancias, Florentino Pérez es una parte muy importante de la historia del Madrid y no merecería un final humillante. Lo más coherente sería anunciar que cumple lo que queda de su mandato y que en 2017 no se presentará a la reelección, dejando paso a un nuevo proyecto. Y que otro presidente gestione y aguante los últimos años de Messi, que ha sido el gran talón de Aquiles de Florentino.

Mou ajusticiado. Dijo Valdano hace unas semanas en Carrusel que Mou había perdido su infalibilidad, lo clavó. El tercer año de Mourinho en un vestuario suele ser asfixiante y revienta las relaciones. El portugués somete a los futbolistas a un stress competitivo demente que, una vez alcanzado un triunfo, termina desinflándoles. Pasó en la caseta del Madrid y ha pasado en la del Chelsea porque los jugadores terminan viendo la salida del técnico como una liberación y un descanso. Todo apunta a que más pronto que tarde Mourinho iniciará otro ciclo en el PSG, intentando inocular competitividad en las venas de ese equipo que tiene de todo menos obsesión por ganar. Lo de volver al Madrid no lo veo. A pesar de tener muchos acólitos, también hay muchas cicatrices y muchos teleobjetivos apuntando.

Mundialito. Nos podemos empeñar en llamarlo Mundial de Clubes pero, cuando sale un equipo tan poca cosa como el Guangzhou, vuelve el diminutivo. Eso sí, alabemos a dos jugadorazos como Iniesta y Luis Suárez, que, sin Messi y Neymar, se echaron el equipo a la espalda. Dos futbolistas humildes, a los que no les importa vivir a la sombra de las estrellas. Su modestia hace aún más grande su fútbol.