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Honores al Celta. Más allá del repaso al tricampeón en Balaídos, durante muchos minutos el Barça pareció un guiñapo incapaz de parar el vendaval de juego celeste, hay que poner en valor la propuesta futbolística de este equipo. Ya el año pasado Berizzo dejó constancia de sus ideas atrevidas, poniendo siempre alineaciones ofensivas, ocupando el campo contrario, presionando muy arriba, dejando espacios arriesgados detrás. Los partidos eran una delicia, pero cuando sus delanteros no estaban acertados, se convertían en un suicidio. Al Celta le hacen muchas ocasiones, como se las hizo el Barça, pero el ADN que este entrenador ha inoculado en sus jugadores no les permite dejar de mirar a la portería contraria. Es una delicia ver a Nolito, Orellana y Aspas lanzarse una y otra vez sobre el rival, da igual que sea modesto o poderoso, como si fueran cazas suicidas en busca de la gloria eterna. Puede que al final no ganen nada, pero ya han conquistado una parte de nuestro corazón futbolero.

El traje de Benítez. Se le va a ajustando el uniforme al capataz blanco conforme llegan las buenas críticas. En San Mamés se vio un Madrid más solidario y trabajador que antaño, además la ausencia de Bale ayuda en el repliegue y el equilibrio. Benzema también crece y está encontrando un espacio goleador que antes no tenía; Keylor está seguro, haciendo olvidar al fantasma de Casillas; Kovacic demuestra que tiene categoría para ganarse una oportunidad… Y a Benítez se le van quitando las arrugas del traje mientras repite en cada rueda de prensa lo de: “Nosotros trabajamos esto y luego trabajamos aquello y después trabajamos esto otro….” Que ya lo sabemos, Rafa, que trabajáis mucho, pero esto también consiste en jugar bien al fútbol y, en eso, en el Madrid sigue teniendo una clave de bóveda, Luka Modric. Que no le pase nada a Lukita que luego le pueden volver a salir arrugas al traje.

¿Una Liga sin el Barça? Ni el Barça ni la Liga se pueden permitir semejante despropósito. Pase lo que pase en el futuro de Cataluña, el Barça tiene que jugar el campeonato español. A no ser que sus dirigentes quieran llevar a la entidad al suicidio por una quimera nacionalista. No estaría mal que Bartomeu saliera públicamente a explicar a sus aficionados, a los de todo el mundo, que el club está por encima de ciertas derivas políticas, porque se está arriesgando a perder las simpatías y el cariño que tan heroicamente se ha ido ganando en el terreno de juego. PD: Lewandowski. ¡Que alguien le fiche, por favor!