No hay una planificación idónea

Una pretemporada bien planificada es fundamental para el rendimiento de un equipo a lo largo de un calendario lleno de diferentes competiciones. Tiene una serie de objetivos, que bien cumplidos pueden ser claves para la consecución de los logros deportivos. El primero es conseguir la adecuada preparación física del jugador para que pueda afrontar la temporada con pleno rendimiento. El segundo es el aprendizaje, memorización y automatización de los mecanismos técnico-tácticos que el entrenador quiera llevar a cabo. Y finalmente, el mutuo conocimiento de los nuevos integrantes de la plantilla mediante la convivencia diaria. Todo ello va a redundar en una mejor adaptación a los mecanismos de prevención de las lesiones, y que los componentes físico y emocional estén más equilibrados.

Sin embargo, el cuerpo humano tiene sus límites en cuanto a la carga de trabajo y requiere un tiempo de recuperación. Una pretemporada, con más de 40.000 kilómetros recorridos, con cambios climáticos de calor y humedad, cambios de horarios y alteraciones del ritmo nutricional, no da lugar a una planificación idónea. Somos conscientes de que el factor económico es importante, pero que luego nadie se pregunte por qué hay tantas lesiones...