Chicas en fútbol y chicas en baloncesto
El Mundial Femenino, en el que nuestras chicas se juegan hoy ante Corea del Sur una última baza de clasificación para octavos, está coincidiendo en fechas con el Eurobásket femenino, en el que la marcha de nuestras chicas es otra. Defensoras del título, llevan cuatro partidos y cuatro victorias. Representan a 145.000 fichas, frente a las 30.000 del fútbol. Son el producto de un desarrollo ya largo en nuestro país. En los sesenta, las chicas jugaban ya al baloncesto en muchos colegios. Con pololos, sí, pero jugaban. Por entonces, y mucho tiempo después, que una chica jugara al fútbol se consideraba una aberración.
Aún ahora escucho comentarios inapropiados, con cierto tinte troglodita. El más repetido es el chiste ‘ni es fútbol, ni es femenino’. Existe aún la pulsión de considerar el fútbol un reducto masculino, como fue hasta hace poco. Sólo jugábamos nosotros, sólo íbamos nosotros, con el padre y el hermano, sin la madre ni la hermana. Luego con los amigos, sin la novia. Las considerábamos incapaces de entender el fuera de juego. El baloncesto las admitió. El fútbol prefirió tenerlas alejadas. Pero han llegado y eso es bueno para el fútbol, que ahora interesa y es practicado también por la otra mitad de la Humanidad.
Me gustaría que a las chicas de La Roja les fuera bien esta noche, ante Corea, que pasaran de ronda, para acreditar su papel y para que su esfuerzo de pioneras, muchas, por no decir todas, víctimas frecuentes de burlas e incomprensiones, se viera compensado. Admiro a las del baloncesto y su brillante momento actual, favorecido por una Federación magníficamente llevada. Pero miro con más mimo la aventura de las del fútbol, que, como nuestros chicos en Bielorrusia, han jugado bien pero chutado mal. Espero que ganen y que sigan, por el bien de su causa, que también es la nuestra.