Salvador Serviá o el trabajo bien hecho

Debo admitir que el nombramiento de Salvador Serviá en 2011 como director del Circuito de Cataluña me provocó ciertos reparos por las connotaciones políticas que acarreaba. Sin embargo, me consolaba saber que se trataba de un hombre de las carreras, brillante y experto piloto, así que decidí no precipitarme en mis valoraciones confiando en que su incuestionable capacidad eclipsara cualquier otro condicionante. Y así ha sido. Serviá abandonará su cargo al finalizar el GP de Cataluña de este fin de semana y puede hacerlo con la satisfacción del deber cumplido. Su gestión ha resultado modélica y los resultados a la vista están. Se puso al frente del Circuit quizá en el momento más delicado de la historia y ha sabido mantener los grandes premios de Fórmula 1 y MotoGP, además de poner en marcha otras iniciativas complementarias para dar viabilidad a una instalación que no es fácil rentabilizar.

Vicente Aguilera, el presidente del Consorcio del Circuit, tiene su parte indiscutible de responsabilidad en este éxito, entre otras cosas porque fue él quien nombró a Serviá. Otro ‘carrerista’ consumado, igualmente con una larga trayectoria en el mundo de la competición y que se ha complementado a la perfección con su director para conseguir que Montmeló siga siendo una de las referencias incuestionables en el motor internacional. Y todo, insisto, en una coyuntura muy poco propicia que les ha obligado a buscar fuera de España los recursos que no había aquí, empezando por una elevada afluencia de espectadores extranjeros en el caso de la Fórmula 1. Y como lo mío no es la política sino el deporte, creo que sólo se puede elogiar la tarea de Serviá y agradecerle tanta entrega y pasión en un proyecto ambicioso pero también delicado. Así que ahora, a punto de cumplir 71 años, se ha ganado dar un paso atrás y disfrutar de lo que le apetezca sin tantas exigencias. Que le vaya bien, Salvador…