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Jueves de Feria, otra vez

Es inevitable hacer paralelismos entre el 27 de mayo de 2006 y el partido de esta noche, por más que en la estructura del Sevilla no quede en su puesto prácticamente nadie de los que disfrutaron de aquel momento. Monchi, piedra angular del proyecto deportivo, el jefe de prensa Jesús Gómez y algunos utilleros son los únicos. José Castro era vicepresidente y fue testigo directo de la historia de amor que comenzó bajo los farolillos del Real de la Feria entre el Sevilla y la segunda competición continental. No será una semifinal, sino unos cuartos. El rival no será el Schalke, sino el Zenit, y si hiciera falta un gol salvador de un canterano habrá que mirar al banquillo, donde estaba Puerta aquella noche y donde presumiblemente se encuentre Reyes. A su lado, seguramente, un Sergio Rico al que la cabeza le dará casi las mismas vueltas que si fuera titular.

Pero el sentimiento es parecido. La afición del Sevilla está loca de remate con un torneo que consideran suyo. Sólo así se explica la gran despedida que tuvo el equipo en San Pablo el martes, con bengalas y una pancarta de 25 metros en la que se podía leer: “Vamos p’alante chicos de Nervión”. Las ganas de levantar el primer título se transforman nueve años después en el ansia de ser el primer club en sumar un póker de ‘paragüeros del Ikea’, como alguno bautizó a la competición intentando ridiculizarla. Y es jueves de Feria otra vez, una noche en la que al sevillista, que hará un paréntesis en su semana de fiesta para sufrir con los suyos, sólo le hará falta que su equipo le toque lo justo las palmas para volver a salir a bailar.