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El machismo ha muerto

Hace veinte años ganábamos la Copa Federación, y apenas le dábamos importancia. No era una cuestión de que contáramos siempre con ella, pues hasta cinco alzaron nuestras Arantxa y Conchita. Era más bien una cuestión de machismo. Nosotros lo que queríamos era la Davis, que no llegó hasta el año 2000. La Copa Federación la considerábamos una competición menor. ¿Por ser de mujeres? Seguramente. Es ahora que la mujer ha sobrepasado al hombre en triunfos, cuando comenzamos a reconocer su importancia. Por eso no nos pasa inadvertido que Carla Suárez y Garbiñe Muguruza no quieran jugar la Copa Federación, y nos indignemos por ello. Hacen ni más ni menos que los hombres: anteponer sus intereses personales.

Hay una salvedad: mientras el calendario masculino no incluye ningún torneo importante en los días siguientes a una eliminatoria de la Davis, el femenino sí lo hace. La mujer necesita armonizar su calendario tanto como el hombre. Como nos sucede en el bádminton ahora que tenemos a Carolina Marín, a quien Carbonell ha nombrado su embajadora en Asia. Pues Carolina este año no podrá disputar los Campeonatos de España, porque coinciden con los Mundiales por equipos. Esta competición no la disputábamos desde hacía once años y la teníamos en el olvido. De ahí la coincidencia. Pero con Carolina, ahora se ha convertido en objetivo. La mujer nos hace cambiar los roles. A base de éxitos, se ha hecho más importante que el hombre.