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La dificultad de informarse e incluso acceder a internet

“A este tal Internet habría que darle 24 horas para abandonar el país”, dicen que dijo, en cierta ocasión, uno de los prohombres (poderdantes, en palabras del escritor y profesor universitario Bolekia Boleka) de la Dictadura. No he averiguado todavía a quién pertenece tan contundente y chocante aserto, o si, por el contrario, constituye otro de esos malos chistes que, a puñados, circulan por Malabo.

Lo cierto es que informarse en esta ciudad es terriblemente duro. No hay prensa diaria. Alguien me dice que, de cuando en cuando, sale el Ebano, y también el Potopoto. No he podido averiguarlo porque tampoco existen quioscos de prensa. Bueno, eso no es cierto del todo. Hay uno, el único, justo enfrente al Ayuntamiento, pero se encuentra escasamente provisto, aunque se puede adquirir La Gaceta.

La alergia contra la información abarca también a Facebook. Y portar una cámara de fotos puede derivar en un problemón, como si uno hubiese introducido en éste peculiar país algún artefacto de destrucción masiva. Menos mal que, en esta ocasión, no me ha acompañado el musungu Carlos que, si no, ambos andaríamos bien aviados.

Acceder a páginas contrarias al régimen, como son Radio Macuto, Diario Rombe o Guinea-net es una aventura que termina en fracaso, aunque siempre existen hábiles internautas que sí lo logran. Uno, que prácticamente anda con el tam-tam a cuestas, desde luego es incapaz de tales hazañas cibernéticas. Además, me aburro enseguida. Y, claro así no se va a ninguna parte.