Agassi y sus memorias, o cómo escribir un libro para padres
Por Marta R. Peleteiro MPeleteiro_AS
Esta semana terminé por fin de leerme el libro de Agassi. Pero tranquilos, no tengo intención de hacer de spoiler a nadie ni de desvelar datos que os hagan perder el misterio por esta narración psicológica. Sé que está en las listas de los más vendidos y estoy segura de que muchos de vosotros tenéis el propósito de hojearlo.
Mi intención en este post es simplemente recomendarlo. No porque sea Agassi, no porque hable de tenis, sino porque es el libro perfecto para padres imperfectos.
Todos los padres quieren que sus hijos sean buenos o los mejores en algo, y muchas veces utilizan el deporte como forma de canalizar esto. Desean que sus niños sean los próximos Alonso, Márquez, Cristiano, Gasol o, en esto que nos gusta a nosotros, los Nadal, Federer, Djokovic o Murray del futuro.
Algunas veces, cuando he ido a jugar al tenis, he visto a niños cargar en las pistas de al lado con inmensos termos. De hecho, he llegado a ver raqueteros más grandes que los propios críos. Pero lo más fascinante lo viví arbitrando. Me impresionó la forma que tienen muchos padres de presionar a los niños, de no dejarles disfrutar del juego (porque eso es el tenis: un juego, un deporte), sino que se lo imponen como si fuesen los deberes de la escuela, un trabajo o una obligación.
¿Alguien se imagina realmente a un prebenjamín levantándose una mañana y diciendo que quiere trabajar duro para tener el revés de Wawrinka? No digo que no haya excepciones, pero me parece muy raro en un niño tan pequeño. Resulta gracioso verlos celebrar los puntos puño en alto y copiando a Nadal, o sentándose en los descansos a comer chocolatinas como si fueran las barritas energéticas de Djokovic. Pero detrás de eso que nos puede parecer entrañable en un primer momento, quizás detrás hay un padre demasiado exigente.
De eso (y de otras muchas cosas más) habla el libro de Agassi. De un padre obsesionado con sacar un tenista de entre sus hijos. Lo intentó con los mayores y al final puso sus más importantes esfuerzos y sus últimas esperanzas en el pequeño. Tenía que llegar a lo más alto sí o sí. Y Agassi no tuvo elección, el tenis le escogió a él o su padre escogió el tenis por él. Él aportó muchas cosas al tenis y el tenis también se las dio a él. A él y a muchos más, especialmente a los niños que se benefician de su escuela. Pero del libro se escapa la historia de alguien que no supo encontrar su identidad, sino que le vino dada. Y esa búsqueda marcó su carrera y la parte personal.
Quizás, la mejor frase que resume todo sea la que ilustra la contraportada: “Odio el tenis, lo detesto con una oscura y secreta pasión, y sin embargo sigo jugando porque no tengo alternativa. Y ese abismo, esa contradicción entre lo que quiero hacer y lo que de hecho hago, es la esencia de mi vida”.
El libro está bien. Conoces más sobre el exnúmero uno, te ayuda a saber qué pasa por la cabeza de un tenista durante un partido, cómo sufre su cuerpo, cuándo piensa en la retirada, cómo abruman los viajes, cómo se compagina la vida personal con la carrera… Pero es sobre todo una lectura recomendada para los padres que quieren fabricar un campeón.