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...y el fútbol que nunca nos falte

Me tocó un escenario privilegiado para vivir la noche, entre Pellegrini y Puyol. Parecía montado ex profeso, dado que el sorteo de Champions de la mañana enfrentó a sus dos equipos. No esperen grandes secretos. La conversación giró, más que nada, en la admiración que a ambos les producían los éxitos de nuestras chicas. El vídeo sobre las velocidades del volante de Carolina Marín les dejó estupefactos. Y los 40 puntos de Ángela Salvadores en la final ante EE UU. Valoraron el arte de las gimnastas y qué decir de Mireia Belmonte, una estrella que derrama sencillez en cada gesto, en cada saludo.

Hablamos también de fútbol, claro. Tebas y Cardenal llegaron preocupados por el minuto de silencio programado para Riazor, que felizmente espantó en buena parte una ocasión de gol. Cerezo bromeó con Alejandro Blanco, madridista confeso, sobre el Mundialito, buscando complicidad con Puyol. Éste estuvo enorme, acercándose a saludar a las mesas de veteranos del Madrid y del Atlético y haciéndonos a Pellegrini y a mí una deliciosa narración de sus inicios. De un verano que empezó en el intento de mandarle al Málaga, donde no le querían, y que acabó con Van Gaal tirando de él.

En fin, una gran noche. Hoy vuelve el fútbol, y que no falte. El Madrid afronta un campeonato que no tiene, aunque sí ha ganado tres veces su antecedente, la Intercontinental. Este Mundialito (o Copa Mundial de Clubes, si prefieren) nace raro, con esas trombas de agua sobre Rabat y el traslado a Marrakech, donde se jugarán cinco partidos en cinco días. Pero, con todo, el que lo gane será proclamado oficialmente como mejor club de fútbol del mundo. El Madrid llega en unas condiciones excelentes. El suyo será un gran cierre de año. De un año, 2014, en el que apareció la mujer. El Madrid siempre está.