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España aún arrastra el gafe del Mundial

Se diría que España sigue en el Mundial, lastrada por un extraño gafe, que arranca en Casillas y termina en los goles esfumados. Ahora que nos están pasando tantas cosas malas resulta que a la Selección le abandona el desodorante. Dos meses, dos derrotas. Sólo que la de septiembre, al menos, fue en París, y acabábamos de salir del golpetazo del Mundial. Pero esta ha sido en Zilina, ante un equipo que no es tanto. Le regalamos los dos goles y sólo pudimos hacerles uno, a pesar de cierta insistencia en el ataque y de un cuarto de hora de juego estupendo, en el arranque de la segunda parte.

No es cosa de extrañar a los xavis ni a Puyol, ya no van a estar más. Y los que siguen son muy buenos. Sólo que el equipo no se ha sacudido todavía del todo el polvo de la derrota. En boxeo existía el dicho ‘aprender a caer’ y se aplicaba a la reacción de grandes campeones invictos tras sufrir una derrota inesperada. Perdían la confianza, peleaban peor, los golpes empezaban a hacerles daño...  y se iban a la lona por lo que antes no les derribaba. Así está esta España, que llegó lustrosa al Mundial y ahora sirve para elevar en el ‘ránking’ a rivales de poco palmarés, como fue ayer Eslovaquia. Qué alegrón les dimos.

Cierto que el partido pudo tener otro resultado. El fútbol es un juego de instantes, se decide en unos trances fugaces que dan los goles. Y ahí estuvo mal España, en las dos áreas. El primer gol fue un regalo inesperado de Casillas. El segundo nos cogió sin tensión defensiva, en la idea de que Eslovaquia ya no estaba para nada. Con Cazorla de lateral, posición en la que es hombre al agua. Arriba, Alcácer certificó otra vez su puntería, su estado de gracia, en una sensacional maniobra de hombre de área. Hubo algunos otros buenos remates, pero pocos. En fin, nada sale como debe. Seguimos en el Mundial.