Adriano se pasa al partido a partido
El emperador. No es devoción por Simeone, sino más bien desesperación. Nadie quiere ya a Adriano, en su día grandísimo delantero brasileño del Inter. O mejor dicho, nadie se fía de él. Su última aventura, en el Atlético Paranaense, duró dos meses, algunos entrenamientos de menos y muchas noches de más. Y pese a que aún luce 32 años y 82 kilos (poco para quien llegó a pesar 103), no hay quien puje. Por eso sus agentes lo ofrecen por las ligas sudamericanas (Colombia, Ecuador, Perú, Chile…) a precio de saldo e incluso para cobrar sólo por partido jugado. De momento, la U del exrealista Lasarte ha dicho que no.
Buenanotte. El mediapunta argentino de 161 centímetros no está cómodo en el Granada de Caparrós. Tanto que ha pedido auxilio en su tierra para que le repatríen. O eso dicen en Buenos Aires. El Racing, que busca un enganche, es hacia donde apunta el pequeño exjugador de River Plate y Málaga. No nadan en la abundancia económica los de Avellaneda, así que la fórmula que plantea es la del préstamo.
Futbolista por parte de padre. En Chile nadie le dice que no al Colo Colo, pero Andrés Robles, central de Santiago Wanderers, internacional Sub-21 de Chile, que ya ha debutado en la absoluta, 20 años, duro y fuerte, se lo dijo: no. Aunque cedido por un año y para actuar en el filial prefirió arriesgarse con el Atlético de Madrid. El fútbol le viene por influencia paterna (Héctor, excentral y capitán del equipo que ahora deja su hijo y del que es responsable de las categorías inferiores). El defensa que se llevan los rojiblancos es el más joven de la historia chilena en debutar como titular en un equipo profesional.
Futbolista por parte de madre. El otro central de moda en Chile (ante su inminente fichaje por el Elche, el sábado pidió no ser alineado con Católica) destacó bajo el nombre de Andía. Así se corrigió su descoordinación infantil para volverse rápido y seguro, así prosperó en los Cruzados, así fue preconvocado por Sampaoli para el Mundial de Brasil y así llamó la atención de los ojeadores. Pero llegará a España bajo el nombre de Roco, tras un sorprendente y rápido cambio de apellido en el registro civil con el que se desayunó hace un par de semanas. Por reconocimiento a su madre y a su abuelo, que en paz descanse. Y el chaval no dejó repreguntar por el cambio. “Es un asunto muy personal del que no quiero dar más detalles”, zanjó. Pero vamos, que Roco es Andía, 22 años, el mismo central que en marzo les conté que pintaba para Europa. Buenísimo.