Desde el Adolfo Suárez en el Juan Carlos I
Rajoy tuvo una mañana ajetreada: recibió en La Zarzuela el acta de abdicación del Rey, se lo comunicó a la Nación desde su atril en La Moncloa y acto seguido fue, según lo previsto, a despedir a la selección a Las Rozas. Tras las fotos y palabras de rigor, el equipo se trasladó al aeropuerto Adolfo Suárez, para tomar un avión de nombre Juan Carlos I camino de Washington, donde jugará el sábado un amistoso con El Salvador. Adolfo Suárez, Juan Carlos I... La Historia de España va pasando páginas. Buenas páginas, y no sabemos si las que están por escribir lo serán tanto. La pregunta es si pasará igual con La Roja.
Beckenbauer, que inaugura hoy una serie de colaboraciones en este periódico, nos augura posibilidades para retener esta corona. Un estudio de la comunidad europea también reseña que en nuestro continente se ve a España como la gran rival de Brasil, favorita inicial para todos. Aquí tememos el desgaste de este grupo, doce de cuyos componentes ya estaban en la Eurocopa de Viena, seis años atrás. ¿Es fácil mantenerse a tope durante seis años en un deporte? Y cuando digo a tope quiero decir a tope, no cerca de él. ¿Se pueden ganar consecutivamente dos Eurocopas y dos Mundiales?
No, no es fácil. Pero este no es un equipo físico, ha conseguido sus éxitos mediante el toque y la distracción. Hace tiempo que Menotti dijo que España debía decidir si quería ser toro o torero. España jugó mucho a ser toro, alimentando aquel mito de la Furia, pero gana desde que es torero. Los toreros envejecen bien, se asientan en su arte, saben más y se mueven mejor, y los buenos se extienden en el tiempo. Ojalá pase esto con este equipo, porque el país necesita una alegría y el fútbol, que no puede dar soluciones, sí da alegrías. Ese grupo que anoche aterrizó en Washington merece confianza.