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Mourinho sigue metido en el Madrid

Francamente, me sorprendió la salida en tromba del Madrid, vía dos portavoces tan significativos como Cristiano y Sergio Ramos, contra el arbitraje. Me sorprendió porque mi impresión fue otra. Mi impresión fue la de que vimos un gran partido, algo de lo que enorgullecernos ante el mundo, que si se resolvió a favor del Barça fue porque Messi estuvo genial e Iniesta cerca de él, pero no por el arbitraje. Porque el Barça remó siempre río arriba, con constancia, mientras el Madrid jugó demasiado a verlas venir, sin apostar seriamente por la victoria salvo durante el primer cuarto de hora.

Espurgar luego las imágenes, frotarlas hasta hacerles saltar virutas para ver penaltis u ‘off-sides’ por centímetros me parece un ejercicio exagerado. Si alguien quiere quitarte un partido no te da un penalti fuera del área, ni deja ir una jugada como la del fuera de juego de Benzema, a pase de Bale, que salvó Víctor Valdés. Si alguien te quiere quitar el partido hubiera podido pitar un penalti de Pepe a Neymar, antes que los tres que llegaron. Hubo montón de jugadas fronterizas, de las de seis repeticiones, que Undiano falló como pudo, varias veces, por cierto, mal. Pero descarto que hubiera sesgo maligno.

Venimos de tiempos turbulentos. Primero, de años en los que Messi metía un gol con la mano que por poco vale una Liga y al árbitro le daban el lunes la final de Copa. (Villarato, ¿recuerdan? ¿Escucharon a Godall?). Marchado Laporta, aquello desapareció. Pero en el Madrid dejó un poso de amargura al que lo que menos falta le hacía era la levadura de Mourinho, que varió los modos del club, le hizo victimista y con frecuencia grosero, le sacó de su óptica tradicional. Y eso ha quedado. Mourinho se ha ido, pero en cierto modo sigue metido en el Madrid. Y la consecuencia no es sólo que Casillas falte en la Liga.