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Adán y el lado feliz de la vida

El celeste de su indumentaria pareció empequeñecer la gigantesca figura de Antonio Adán, sobre el que no había debates en la portería del Betis como el que se había suscitado (Beto-Varas) en la del Sevilla. Quizá en ese punto comenzó a perder la eliminatoria Emery, al que la presión obligó a torcer la palabra dada al meta de Pino Montano y enrarecer el ambiente. Desde el 1 hasta el 90, Adán dominó todos los registros, por el aire hasta las paradas felinas, pero sobre todo uno primordial: la tranquilidad.

Cómo iba a afectarle la caldera de Nervión, si ha jugado en el mayor escaparate Mundial, el Bernabéu y ha visto portadas, casi siempre polémicas, con su nombre inscrito en la guerra mediática entre Casillas y Mou. “El Madrid me de dio un máster en presión, ahora soy feliz”, me dijo sonriente en una entrevista pocos días después de su llegada al Betis. “Siempre viendo el lado más brillante de la vida”, pensé, aplicándole a sus palabras la maravillosa Vida de Brian de los Monty Pithon. Ese mismo lado al que mira, en esta mañana sevillana, la afición bética.