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Dos Teixeira Vitienes siembran el terror

Hay dos Teixeira Vitienes. Y para más complicación, aquel al que conocemos como Teixeira Vitienes II (es decir, el que le escalfó el partido al Sevilla ante el Barça) es el mayor. El que conocemos como Teixeira Vitienes I (léase, el que destrozó al Atlético en Almería) es el joven. Esto es una peculiaridad del arbitraje, que va a contracorriente en el fútbol. Entre los futbolistas del periodo clásico fueron frecuentes las dinastías: los Lesmes, los Glaría, los Gento, los Arieta, los Rojo... Solían ir de menor a mayor. A veces el mejor no era el primero, pero el primero era, seguro, el primero, porque era el mayor.

Ahora no, ni falta que hace. ¿Por qué llegó antes Teixeira Vitienes I que Teixeira Vitienes II, pese a ser este mayor que aquel? ¡Quién sabe! La primera vez que el joven precoz alcanzó notoriedad, que yo recuerde, fue cuando se empeñó en que el Betis tenía que cambiar de colores para jugar contra el Sevilla. Hacía casi un siglo que jugaba cada uno con sus colores, sin que eso hubiera producido inquietud ni confusión. Pero Teixeira Vitienes (el joven, conocido ahora como el de un palito, ya que su hermano mayor llegó más tarde y cargó con los dos palitos) se sintió estupendo por un día e hizo cambiarse al Betis.

Ambos dos Teixeira Vitienes, tanto monta, monta tanto, comparten hoy un espacio de incompetencia. Han pasado en unos pocos días cosas indisimulables, que dejan en mal lugar a Sánchez Arminio, padrino por paisanaje de ambos. La obsesión de los buenos árbitros retirados (y Sánchez Arminio fue uno de ellos) por elevar a cuantos más polluelos de su regional al estrellato es proverbial. La insistente presencia en Primera de este par de hermanos, tan siniestramente torpes, sólo tiene esa explicación. Son de la órbita de Sánchez Arminio y muy raro será que hagan algo que desagrade a su jefe...