El Madrid se enfrenta a la cebollinez
El Madrid ha anunciado su intención de recurrir la sanción a Cristiano hasta las últimas consecuencias, y creo que hace muy bien. Siempre he sido más bien opuesto a estos recursos, me parece que lo propio en el deporte es asumir con buena cara las disposiciones del aparato de justicia. Pero en este caso ha habido tal sucesión de episodios cochambrosos que el caso exige poner pies en pared. Ayza redactó mal el acta, sobre esa redacción presentó el Madrid su pliego de descargos y una vez que lo hizo se le pidió a Ayza una aclaración que éste envió y que no se cree nadie más que el Comité. Impresentable.
Porque aunque a muchos pareció excesiva la expulsión de Cristiano por su acción sobre Gurpegui, se podría aceptar tal decisión como reflejo de un rigor excesivo. Pero el posterior traslado de la expulsión al roce con Iturraspe no cuela. En la solución final del caso pesa la impresión ominosa de que el Comité ha hecho un trile, pisando las huellas del error de redacción de Ayza, cuyas precisiones fuera de plazo, y a la contra de las alegaciones del Madrid, son infantiles. El Comité se alinea tras ellas, acepta que lo que se juzga no es el roce con Gurpegui, sino con Iturraspe y al hacerlo se pone en evidencia.
No hace tanto, un árbitro cuyo apellido omito en desagravio a su progenie, fingió haber sido agredido por Ceballos, digno portero del Racing. La televisión demostró que no hubo agresión. El árbitro fingió y mintió en el acta. Pero el Comité castigó a Ceballos (12 partidos, 8 tras apelación), pensando que defendía el sistema respaldando al felón. Ahora es parecido. Ayza cometió cebollinada sobre cebollinada y el Comité se encebollina a su vez fallando en consonancia con tanta cebollinez. Como estrambote, Sánchez Arminio mete a Ayza un mes en la nevera. Un sarcasmo. ¿Cómo soportar esto?