Cristiano y su cambio de actitud

Hay quien dice que la gente se ha tomado demasiado en serio el gesto de Blatter hacia Cristiano, esa broma de hombre mayor que provocó risas incómodas en Oxford. Igual sí. Igual no había para tanto y lo normal es que esté en la gala del Balón de Oro. Pero nadie puede negar que detrás de la teatralidad hay la impresión generalizada de que no sólo todo el mundo tiene una opinión sobre el portugués, sino que cualquiera, incluido el máximo representante del fútbol, puede expresarla con total ligereza, en el fondo con cierta falta de respeto. Quizá es eso lo que molesta: como si no hubiera servido de nada el cambio que ha dado Cristiano.

Es otro en parte por la consecución natural de un liderazgo que le pertenece por talento, experiencia y efectividad, y por la madurez que te da tener un hijo; en parte por el trabajo de un psicólogo deportivo que le ha acompañado a ratos por el camino; y finalmente gracias a la conclusión del propio jugador que, en principio, no creía tener la necesidad de convencer al mundo de su enorme capacidad, pero que finalmente se ha dado cuenta que es más divertido tener a la gente de tu lado. Hace poco se cuestionaba su valor: qué atrevimiento. Como si no quisiéramos ver que tenemos delante de nuestras narices a un ejemplo extraordinario de esfuerzo, sacrificio y magia. Imaginemos el fútbol sin Cristiano. Peor, ¿verdad?.