La ilusión de sorprender no se pierde
Todo el mundo en Valladolid lo tiene claro. El equipo, los aficionados, la prensa... el entorno en general. Hoy en día visitar al Real Madrid, al Barcelona o, incluso, al Atlético se ha convertido en lo que en su día Caparrós calificó como ir al dentista. A nadie le gusta, pero no hay más remedio. Y eso es lo que hará esta noche el Valladolid, visitar al dentista. La intención es salir de la consulta sin pasarlo demasiado mal y sin tener que pagar una factura desorbitada. Es lo que hay. A partir de ahí, que suene la flauta. Al Valladolid ya le ha sonado tres veces en su historia. La última hace 13 años. Va siendo hora de reeditarlo.
Juan Ignacio dijo el jueves que estaría dispuesto a poner el autobús en el que viaja el equipo para salvaguardar la portería de Mariño. De su broma se desprende la intención y necesidad de tratar de hacerse fuertes atrás. Salir de cara a presionar al Madrid es un suicidio. Mendilibar protagonizó ya bastantes. Encerrarse a la desesperada suele ser sinónimo de esperar pacientemente la puntilla. Conclusión, hay que salir a jugar con determinación, valentía y precaución. No queda otra. Y a partir de ahí luchar para tener el santo de cara. En cualquier caso la guerra del Valladolid no se libra hoy.