Jugó Casillas en Turín y jugó muy bien, como no puede ser menos. Y ese partido, que se siguió en toda Europa, ha despertado la solidaridad con el capitán de la Selección Campeona del Mundo y de Europa, ese que apuró al árbitro para que pitara el final cuando España ya ganaba cuatro a cero a Italia. Aquel gesto llamó poco la atención entre nosotros, pero mucho por ahí. El mundo mira al Madrid con perplejidad: le ve gastar histéricamente en manos de un presidente amillonado y se solidariza con la situación personal de un buen muchacho que representa lo mejor de ese antes tan admirado club.