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España está a un punto de Brasil, pero...

Bueno, pues ya vale con empatar con Georgia en Albacete, el martes, para estar en el Mundial. Ese es el lado bueno. El lado malo es que empiezo a tener la impresión de que este equipo se va parando. Los ratos de excelencia, tan frecuentes no hace mucho, escasean, casi van desapareciendo. Se hace lo mismo que antes, pero un poquito peor. Nada catastrófico, no. Es bajar del 10 al 8 o al 8,5, pero por eso van costando tanto trabajo estos partidos. Ayer acabamos deseando escuchar el pitido final, tras la sorpresa del gol bielorruso, que desenterró el fantasma de los empates tardíos de Finlandia y Francia.

La primera parte fue directamente mala, salvo quizá al principio. España atacó con Silva a la derecha y Pedro a la izquierda, buscando que les desdoblaran los laterales, pero apenas funcionó, porque ni Arbeloa ni Monreal llegaron tanto y tan bien como era de esperar. En el eje del ataque estuvo Michu, que apenas apareció, lástima, y cayó demasiado en fuera de juego. En este ‘casting’ de delanteros centro lo de ayer no le habrá servido de mucho, aunque trabajó un montón. Es difícil jugar de delantero centro en este equipo. Fue la sorpresa de la alineación, dado que no estaba en la lista inicial.

Total, cero a cero al descanso y gracias a que una mano de Piqué (que bien pudo ser penalti y segunda amarilla, porque tenía una) se fue al limbo. En la segunda mitad, con Iniesta de refresco a la izquierda, Pedro en la derecha y sólo tres defensas (uno de ellos, además, Sergio Ramos, subiendo por la derecha) la cosa fue mejor. Xavi cazó muy bien un rebote y Negredo remachó con un cabezazo de ‘nueve’ de los de antes. Pero no fue para echar cohetes y hubo susto final, en remate seco y cruzado ante el que Víctor Valdés no pudo hacer nada. En fin, tres puntos. Para estar contentos, pero sin presumir.