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Se fue Casillas, quedó Cristiano

Primero Casillas, porque lo suyo fue antes. Le ha abandonado la suerte, su fiel compañera durante tantos años. Más que suerte. Lo suyo era lo que en el norte de Magreb llaman ‘baraka’, algo que va más allá de la suerte. Algo así como la protección de Alá. Algo paranormal veló por él, le apartó obstáculos del camino. Y él devolvió esa gracia con la excelencia de su juego, que le elevó a la condición de héroe nacional, más allá de banderías. Ahora es al revés. Le persigue un mal fario. Una lesión inoportuna le sacó anoche del partido. Le acecha un gran portero, contra el que quizá podría. Pero contra el mal fario no hay nada...

Se fue Casillas, quedó el Madrid. Un Madrid aún desconcertado, en dudas entre seguir siendo el de Mourinho o evolucionar hacia otra cosa. Poco a poco, va quedándose en lo primero, que no está mal, si nos remitimos a dos años atrás. El Madrid de los cien puntos, el de la semifinal contra el Bayern, era un buen equipo. Las broncas lo disolvieron el año pasado, pero ahí había algo muy serio. Y se nota. A Ancelotti le vuelve a salir aquello, aun sin pretenderlo. Como esas telas viejas que al intentar doblarlas de nuevo dejan ver los pliegues antiguos. En ese caso, mejor doblarlas por donde antes, porque es lo que piden.

Este Madrid contraataca muy bien. Le falta asegurarse atrás, cosa que hará cuando sepa plantarse y protegerse, cuando se decida a fijar la zona del campo en la que esperar al rival. El contraataque demoledor lo sigue teniendo, lo tendrá más todavía con Bale ahí. Anoche lo vimos otra vez, con Cristiano y Benzema castigando la desmantelada defensa turca. En casa se le cerrarán, pero en el Bernabéu el Madrid gana la mayor parte de los partidos por insistencia y dinamita. Al equipo que pensó Mourinho lo que de verdad le sobraba eran sus jeremiadas. Se fue, queda el equipo. Convendría aprovecharlo.