La distancia entre Laporta y Rosell
Envueltos en la bruma de la llegada de Bale y la salida de Özil (no hablo de la de Kaká, a quien nadie echará en falta) hemos perdido un poco de vista el rifirrafe institucional que se cuece en Barcelona, del que ya hubo síntomas en la arrancada de Guardiola, frenada en seco por la desdichada recaída de Tito Vilanova. Ahora Rosell ha concedido una entrevista en Catalunya Radio, en la que se queja de las acusaciones, cada vez más extendidas en Brasil y que empiezan a tener alcance entre nosotros, de presuntas irregularidades en connivencia con Teixeira. Y en paralelo se reaviva su conflicto con Cruyff.
La entrevista fue muy buena por parte del interpelante, no tanto por parte del interpelado, que amenaza con querellas. Yo pienso que si Rosell quiere quitarse esa sombra de encima le bastará con volar a Brasil, tomarse un café en el aeropuerto y regresar. De esa forma tan sencilla espantaría esas insinuaciones de que si algún día pisara por allí le echarían el guante encima enseguida. Porque es que antes iba mucho por Brasil y ahora no ha ido ni cuando un buen puñado de sus jugadores peleó la final de la Confecup en aquel país. Ese corte brusco de los viajes a Brasil se comenta mucho y alimenta malicias.
Y está lo de Cruyff, lo de pagar o no pagar a su Fundación por no sé qué papel. Mal. Laporta tenía una imagen con frecuencia ligera (los calzonzillos en el aeropuerto, la juerga con la corbata atada a la frente...) pero su Barça daba una imagen soberbia. Guardiola, seis títulos en un año, Unicef, Cruyff presidente de honor, fuera los ‘boixos’... Rosell, con todo su aire de ejecutivo serio, tiene al Barça un mes sí y otro también en lenguas. Que si ‘grada jove’, que si Qatar y no Unicef, que se va Guardiola, que si Messi no paga, que si a Cruyff no le pagan, que si él no puede ir a Brasil.. No hay que fiarse de las apariencias.