Iker Casillas está bien, lo vimos en Nueva York. Una buena noticia, más allá de lo que esto suponga para la inminente Confecup. No seré yo quien aproveche sus dos buenas paradas en Nueva York para hacer presión por su titularidad, por más que me gustase que la recuperara. Pero Víctor Valdés es un portero igualmente fenomenal, cuyo gran déficit frente a Casillas es haber aparecido un poco después. Con uno o con otro, España tiene garantía total en la portería. Pero ver que Casillas está bien (en Miami le vimos de corto, pero sólo eso) anima. Mourinho se las había apañado para crear dudas.

Y no, no caben. Es el mismo. Rapidísimo en las dos paradas y con el punto de fortuna de que el gol, que le hubiera deslucido, no fuese válido. A Casillas le quitó Mourinho por Adán, recordemos, y tanta distancia entre ambos porteros delató que en esa decisión había gato encerrado. Y más cuando, tras lesionarse Casillas a su vuelta a la titularidad, Mourinho descartó a Adán para hacerse con Diego López, con el que luego se volcó en elogios. Y Diego López ha parado bien, sí, pero su promedio (33 goles en 25 partidos) es peor que el que llevaba Casillas en la temporada (29 goles en 29 partidos).

Conviene recordarlo porque aparte de quitarle de titular, Mourinho desacreditó su figura con aquello de que ya hacía tiempo que andaba tras el fichaje de Diego López, cosa que me pareció una fabulación. En todo caso, siempre estuvo en el altar de la afición. Esas paradas felices de Nueva York ante Irlanda Ie harán un gran efecto, en su confianza y en su imagen, pero aún así me temo que Casillas arrastrará por un tiempo las consecuencias de la herencia envenenada de Mourinho, al que los ultras adoran, y se lo harán saber, seguro. En cierto modo, Casillas vuelve a empezar.