Granada acoge el torneo de niños de Fútbol 7, aquel que nació en Brunete de la mano de Carmelo Zubiaur y De la Morena (y puedo presumir que con mi complicidad, desde Canal +). Por ahí hemos visto pasar a bastantes de nuestros campeones del mundo. Sólo ha habido algo que me ha disgustado en todo este tiempo: la presencia creciente de grandullones, no sé si colados o no. En ese aspecto tengo que confesar mi alivio porque ya no estén en el Atlético los hermanos Obama, a los que deseo de corazón lo mejor en su carrera (son muy buenos) pero que jugaban con una ventaja física excesiva.

Viendo ayer los partidos en la víspera del de España con Haití, me preguntaba cuántos y cuáles de estos llegarán a La Roja, y cuál será su destino. E inevitablemente caí en la reflexión de cuántos y cuántos de la Selección se están marchando a jugar fuera. Es consecuencia de que el dinero se concentra en el Madrid y el Barça, de modo que los que no tienen cabida en uno de esos dos clubes, acaban por marcharse. Esta Selección está hecha por gente del Madrid y el Barça más Soldado y un resto creciente que ha salido fuera, preferiblemente a la Premier. No es que eso sea muy malo, pero no es nada bueno.

Y esto pasa porque no es sólo que el Madrid y el Barça ingresen de televisión muchísimo más que el resto, sino por cómo lo gastan. Contando lo que va de siglo, el Madrid ha gastado fuera de España unos mil millones en fichajes, y en España unos 120. El Barça, 630 y 146, respectivamente. Mucha gente del fútbol cree hace tiempo que ponen el dinero a circular fuera conscientemente para mantener su hegemonía brutal aquí. Podría ser. El caso es que los nuevos talentos españoles (Isco y Navas son los últimos casos) se van porque si los dos de siempre no los quieren nadie más tiene para retenerlos.