Rubén a hombros, Mourinho con placa

Rubén, un chico de diecisiete años, todavía con acné, sale a hombros como un torero, cabalgado sobre el júbilo de la afición celtiña. Hace poco nadie sabíamos quién era. Las lesiones de Javi Varas y Sergio Álvarez le elevaron a la portería del Celta en circunstancias espeluznantes. Pero el destino le ha sonreído y Vigo cantaba a su alrededor, mientras Zaragoza, Palma y A Coruña lloraban sin consuelo. Tremenda recta final la de este campeonato en la parte de atrás, llena de vaivenes durante toda la segunda vuelta. Brincos y vuelcos que al final dejaron al Celta arriba y mandan a los otros tres abajo.

Duele ver a los que caen, más si son clásicos, pero la Liga es demasiado larga como para considerar injusto el veredicto definitivo. Se juega en las cuatro estaciones, en todos los campos, todos contra todos. La suma final hay que darla por buena. Por abajo y por arriba. La Real, esa estupenda Real de Montanier, se queda con el premio de la Champions por delante de ese Valencia que arrancó mal y ha echado en falta al final los puntos del principio. Se va a la Europa League, con el Betis y quién sabe quién más. Quizá incluso el Sevilla, noveno, ya que sobre Málaga y Rayo pesan las dudas que resolverá el TAS.

El Barça cierra con cien puntos, aunque Mourinho siempre podrá presumir de que consiguió seis goles más. Así que por ‘foto finish’ se mantiene el récord, que reclamará como suyo por donde vaya. Su despedida fue como podría esperarse: desagradable. División de opiniones en el estadio, a donde los suyos fueron pertrechados de pancartas, y acto final de entrega de placa de una delegación de ultras, su gente más fiel. Pero no podíamos esperar nada mejor. El caso es que se va, aún soltará algún coletazo, pero se va. Dicen que el tiempo todo lo cura. A ver si también cura esta desunión...