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Florentino, Mourinho y Di Stéfano

Hoy se cierra el plazo de presentación de candidaturas a la presidencia del Madrid y al menos ya hay uno: el de siempre. Ayer lo anunció formalmente, veinticuatro horas después de lucir el acuerdo con Fly Emirates. Hubiera deseado alguna cosa más lustrosa, seguro. Neymar, ya lo saben. O en su defecto Bale. O la renovación, por fin, de Cristiano Ronaldo. O al menos Ancelotti, y si no Heynckes, o Villas Boas. Ya saben que Florentino no es muy quisquilloso al buscar entrenadores. Le vale igual Queiroz que Camacho, Luxemburgo que López Caro, Pellegrini que Mourinho. Para eso no es mirado.

Pero este tránsito sí tiene su buena noticia, bien mirado: se va Mourinho. Tanta paz lleve como paz deja. Le deseo lo mejor de verdad, pero cuanto más lejos, más se lo deseo. Su traca final ha sido perder la ocasión de sacar a Casillas y proponerle un abrazo de paz y reconciliación en la banda. Y mira que lo ha tenido fácil: Diego López no está porque se ha operado de una oreja (no sé por qué no esperó hasta el lunes) pero ni así. Saldrá Adán, con Jesús de suplente. Ni Casillas ni Ramos ni Pepe ni Cristiano ni unos cuantos más, lesionados o no, estarán esta noche en el partido. Adiós, Mou, adiós.

Casi a la misma hora que Florentino, la prometida de Di Stéfano compareció para denunciar el 'secuestro' de este, al que no le dejan acceder, y llamando en su auxilio al club, la Federación, la UEFA, la FIFA y la Embajada Argentina. Di Stéfano es el Presidente de Honor del Madrid, si no esto no sería tema de un periódico deportivo. Un caso horrible, que añade melancolía en estos cochambrosos días bisagra entre mandato y mandato, sin títulos ni fichajes ni entrenador, con Mou metiendo por última vez la gamba. Y sin elecciones que provocaran debate y alguna ilusión nueva.