Pasillo en Madrid y final en Londres
El Barça cantó el alirón sin bajarse del autobús. Bueno, exagero. Para ganar esta Liga ha tenido que acumular a estas alturas 88 puntos lo que, unido a la renuncia de Mourinho, hace que le sobren cuatro jornadas. Anoche hubo fiesta grande en Canaletas y hoy habrá pasillo en el Calderón, donde la afición atlética aplaudirá con ganas al campeón de Liga. Los enemigos de los enemigos son también amigos, aunque esta ecuación no sea tan perfecta como la otra. El Madrid, con un partido desganado, ha adelantado la fiesta. Y Mourinho se queda sin Varane para el viernes. Dios castiga sin piedra ni palo.
Pero el Madrid tiene, antes de la final del viernes, a la que ya veremos cómo llega, tal y como se ve la descomposición del equipo, la de la Euroliga de baloncesto, la vieja Copa de Europa. Otra vez el baloncesto al rescate. En los sesenta, cuando el gran equipo de los Di Stéfano, Puskas y Gento periclitó, el baloncesto mantuvo al club en lo alto de su prestigio continental con cuatro títulos y tres finales más. Un equipo elegante y vibrante, que desde los televisores en blanco en negro que por entonces empezaron a invadir España enamoró a este país de ese deporte. E hizo aún más universal al Real Madrid.
Ahora el baloncesto acude otra vez al rescate. De momento está en la final, sin el mejor presupuesto continental en la especialidad (de lo que sí ha gozado Mourinho) y con un entrenador que es un señor educado llamado Laso. Ex jugador de la casa, por cierto. Eso no garantiza nada, pero tampoco no serlo garantiza nada. Y lo que desde luego no garantiza nada es la soberbia y la mala educación, defectos de los que Laso carece. En fin, cosas que se me ocurren. Será esta noche a las nueve, espero que en La 1, aunque está programada para Teledeporte. Hace 18 años que el Madrid extraña este trono. A ver si es hoy.