El mejor escribano echa un borrón

El mejor escribano echa un borrón

Finlandazo en Gijón, y no podrá reprocharse nada al entusiasta público local. Simplemente, que el fútbol tiene estas cosas. Es el único deporte en el que con cierta frecuencia no gana el mejor. Lo habitual es que gane, pero con alguna frecuencia no sucede. Solemos decir que ese es el encanto extra del fútbol, lo que le hace diferente a los demás deportes, pero en noches como esta maldita la gracia que eso tiene. Íbamos a por goles y volvimos empatados. ¡Tanto como nos ilusionamos con el gol de Sergio Ramos! Y cuando esperábamos que llegaran otros dos o tres nos cayó encima el de Pukki.

España fue mejor, sí, pero también es verdad que las cosas pasan por algo. Salió sin Xavi, la mano que mece la cuna, y sin Xabi, que contribuye a la armazón. Había jugadores de calidad sobrada, sí, pero el inicio de la jugada no era el mismo. Luego, la nubecilla de hombres para el tiqui-taca, la fórmula que más me gusta y la que ha hecho célebre y ganadora a esta Selección, se estrelló ante la cerrada defensa finesa. Ese juego necesita de un grado de precisión que anoche no aparecía. Nuestros hombres no fueron capaces, como lo fueron tantas otras veces, de hacer pasar el balón por donde no cabe.

Así que a partir de cierto momento se echó de menos otra cosa, algo más clásico. En apuros así está permitido saltarse el libro de estilo. Estos días se hablará bastante de esto. Extremos, un nueve... Contra semejante cerrojo, eso suena mejor. Pero de todo lo que hizo mal España lo que me pareció peor fue el descuido de permitir un gol a un equipo que se mostró tan falto de interés en el ataque. En fin, el mejor escribano echa un borrón y a grandes males, grandes remedios. Nos queda París, donde Ufarte arrancó hace tantos años la clasificación para Inglaterra-66. Eso sí: que vuelva Xavi, a ser posible...