La remontada que Xavi demandaba
Este Barça ya tiene la remontada que Xavi demandaba. La empezó con la aparición de Piqué en la víspera, con un mensaje de verdadero líder, la continuó con el gol rápido de Messi y la coronó con el contraataque final rematado por Jordi Alba, cuando con 3-0 se extendía por las gradas el miedo a un traicionero revés de última hora. Y la consiguió con su juego de siempre, sin arrebatos, moviendo el balón hasta que aparezca la jugada. Sin forzar el ritmo. El Barça ha construido su leyenda con ese juego y desde ese mismo juego la ha reemprendido en una noche que le servirá para enterrar dudas.
¡Qué distinto a aquellas remontadas del Madrid de la Quinta, construidas desde el ruido y la furia! Aquello estaba basado en una estrategia para inflamar al público e intimidar al rival: los tres primeros balones, remates violentos a puerta, bien o mal dirigidos; los tres primeros balones que cogiera el rival, falta dura; la primera falta del rival, cinco a apabullarle y cinco a apabullar al árbitro... Aquello creaba un pandemónium emocionante que paralizaba a los rivales desde lo que Valdano describió con la expresión ‘miedo escénico’. Eran remontadas tremendas, de belleza salvaje, conseguidas desde el fragor.
El Barça nunca fue así, y el de ahora menos. El Barça durmió al rival con su nana de balón que viaja dócil de bota en bota, con aire inofensivo, hasta que un cañonazo de Messi desgarra el aire o un pase al claro deja a alguien mano a mano con el portero. Luego, vuelta a empezar. Jugando bien, sin necesidad de buscar el tercer gol antes que el segundo, también se puede remontar. El Barça lo hizo. Se reencontró ante un trance de peligro extremo. El viernes su bola irá al bombo con la del Madrid (y esperemos que con la del Málaga). Ya no hay condicionantes en el sorteo. En el horizonte se presienten nuevos clásicos.