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La lucha contra el racismo en Inglaterra todavía no ha terminado

La lucha contra el racismo en Inglaterra todavía no ha terminado

Ferdinand sangrando. Algo está pasando en el fútbol inglés. Las durísimas leyes y acciones policiales contra el racismo, la xenofobia, y en favor del respeto y la educación, no ha impedido que en los últimos meses el ogro que vive en todas las sociedades del mundo haya sacado de nuevo su cabeza. En el derbi de Manchester de diciembre acabó con Ferdinand sangrando por el golpe de una moneda, con Rooney esquivando otros objetos lanzados desde la grada, con un aficionado que saltó al campo a pegarse con el central y que fue detenido por el portero del City Joe Hart. Otro hincha fue detenido por insultos racistas.

A la cárcel. En octubre, un aficionado fue castigado con 16 meses de cárcel por atacar al portero del Sheffield Wednesday Chris Kirkland. Un hincha del Swansea recibió la libertad condicional tras realizar insultos racistas hacia Sébastien Bassong, del Norwich; el propio club denunció cuatro incidentes similares en las dos semanas siguientes.

Botellazos y cánticos. Un periodista inglés denunció el comportamiento incivilizado de aficionados del Tottenham Spurs hacia un niño de 11 años y su padre, que recibieron botellazos y cánticos antisemitas. En Sunderland, el central del Newcastle fue recibido con cánticos de "Steve Taylor, ojalá estuvieras muerto".

Detenciones. Las autoridades insisten que las detenciones en el último año se redujeron en un 24% y que la legislación es clara y dura. La presencia policial y las multas, o el hecho de que cualquiera pueda denunciar a otro aficionado por insultos xenófobos o racistas, solo consiguen que esas actuaciones incívicas sean latentes en lugar de muy públicas. La sociedad británica ha cambiado, ha dado unos saltos enormes hacia el respeto a la diferencia. Es, como dice Dani Alves, un ejemplo a seguir. Pero cada vez cuesta más contener a la minoría que tiene ganas de liarla.

Anti Benítez. Otro ejemplo, y nadie parece querer hacer nada al respecto: los cánticos de la afición del Chelsea hacia Rafa Benítez son xenófobos ("camarero gordo español") y el comportamiento puede definirse como bullying (acoso desde el primer minuto de su llegada que no tiene que ver con el fútbol, sino con la falta de respeto y con el desencanto hacia su persona por haber estado en el Liverpool y no ser José Mourinho). Existe cierto desdén hacia este caso que huele a doble rasero de los que mandan y juzgan.

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