Hace dos años, cuando el Málaga empezaba a soñar con Europa y el Valencia había traspasado a Villa y Silva, Manuel Llorente acudió a La Rosaleda con miedo en el cuerpo. Era el estreno en Liga y una prueba para saber si la era post-campeones del mundo iba a ser traumática. Pero Aduriz y Joaquín le dieron el triunfo y Málaga continuó así siendo como una casa de veraneo para los valencianistas. Allí ganaron la Liga 31 años después, lograron la mayor goleada a domicilio (1-6) y desde el año 2000 sólo en dos ocasiones han perdido.

Pero hoy el Málaga es de Champions, el genial Pisha está de su parte (e Isco) y el año pasado ya ganaron. A Pellegrino le inquieta la anarquía ofensiva del equipo de Pellegrini, capaz de desorientar entre líneas a cualquiera. Además apareció ayer la mano derecha del jeque -cazado por los compañeros de AS de Málaga- y siempre es mejor recibirle con una victoria que una derrota, sobre todo si te debe algo. Lo bueno para el Valencia es que es noche con aroma Champions y en esos partidos, sea en Mestalla o fuera, no están fallando. Tampoco el Málaga. Partidazo.