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Guardiola se va por la puerta grande

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El himno duró poco, la final también. La organización decidió ofrecer una versión de 27'' de la Marcha Real, ya que no estaba el Rey, aunque sí su heredero. En el campo la pita lo hizo inaudible, pero a las casas llegó, muy por encima de los pitos que, sí, se escuchaban al fondo. Todo muy breve y, entiendo, poco grave. Y luego, a jugar. Y el partido también fue breve: en dos minutos gol de Pedro y a partir de ese momento todo resuelto. El Athletic se afligió. Por parte del Barça, el tiqui-taca consabido en torno a los Xavi e Iniesta, las aceleraciones bruscas de Messi, el buen orden de todos.

Así hasta el 3-0. Sólo entonces el Athletic se movió, ya con todo perdido. ¿Qué le pasó? Probablemente, que el Barça tiene demasiados tipos que juegan demasiado bien. Eso ante todo. Luego, que entre procesos gripales y cierto ataque de entrenador de Bielsa, la alineación de memoria se vio alterada, y no para bien (Con Ander Herrera, en la segunda parte, se vio otra cosa). Y, finalmente, que este es un buen equipo, pero tierno, y las finales se empiezan a ganar desde la seguridad en uno mismo. La que tuvo el Atlético en Bucarest y el Barça anoche. La que no tuvo el Athletic en ninguna de las dos ocasiones.

El partido dejó, además del título número catorce de Guardiola (!en cuatro años, la marca es de aúpa!) la feliz sensación de buena forma de Piqué y Pedro. Magnífica noticia en vísperas de lo que viene. Por fas o por nefas, los dos llevan meses bastante por debajo de lo que eran. Ayer se les vio bien. Pero el hombre de la noche era Guardiola, al que vimos en sus últimas consultas con Tito Vilanova, su sucesor. Feliz despedida, feliz y merecida. Y mientras Xavi levantaba la copa, todos empezábamos a echar cuentas de cuanto queda para los próximos Clásicos, los de la Supercopa. Será el 22 y 29 de agosto, parece.