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El 'jefecito' del Bayern jugará por decreto

Pensemos en el Bayern como una multinacional con un arraigado carácter familiar. De ello se deduce que es una gran familia. Y pensemos, por extensión, en cómo se organizaban otro tipo de familias, donde la jerarquía era algo sagrado. Nada tiene que ver el Bayern con la mafia, lógico, pero en esta entidad Hoeness, que corta el bacalao desde 1979, se ha convertido en un gran patriarca que se ocupa de los suyos, capaz de buscar un hueco a Torpedo Müller y rescatarlo del alcoholismo o de solucionar un eventual problema económico de cualquier empleado (ha pasado). Sus decisiones llegan hasta el mismo vestuario y entendió como una traición que Heynckes, su gran amigo de esa Mannchaft que marcó época en los 70, no alineara a Schweinsteiger ante el Borussia para perder la Liga. Hoy Schweinsteiger jugará por decreto (sentando a Kroos, más en forma). Y si no fuera así, terminarán rodando cabezas, como en aquellas míticas familias. De no poder hacer eso, Hoeness habría elegido a otro entrenador menos moldeable y menos amigo, puede que a alguien como Mourinho.

Tema aparte es el papel que Schweini (cerdito en alemán), la gran esperanza del Bayern, tiene en el equipo. Esquiador de élite frustrado, llegó a la cantera con 14 años y ahora debe coger el testigo de Effenberg y Kahn, "alguien a quien el resto siga", como dice Hoeness. Pero el papel le viene grande y de líder ha pasado a Jefecito, como se le conoce desde un artículo publicado en Bild (la estrella cogió a su autor por el cuello). Capaz de conducir a 180 km/h en una limitación a 60 km/h o de decir que la chica con la que le pillaron en el jacuzzi del vestuario era su prima, a Schweini se le acaba el tiempo para demostrar que es ese hombre de campo que necesita toda familia...