Un siete, dos sietes, tres sietes...

Un siete, Cristiano, el de hoy. Ocupó nuestra portada de ayer, frotándose orgulloso el muslo de mármol, después de ese disparo de fábula que burló el imponente vuelo del joven y estupendo meta Andrés. Antes de eso ya había dado un gol, luego marcaría uno más y daría otro más. Lleva 131 goles en 131 partidos en el Madrid, aspira a quitarle de nuevo el Pichichi y la Bota de Oro (en estos días es lo mismo) a Messi. Sería medalla olímpica si se hiciera decatleta, pero eligió el fútbol para deleite de los aficionados a este deporte de todo el mundo. Resuelve dos de cada tres partidos del Madrid.

Otro siete, el de ayer: Raúl. Se fue cuando presentía que el tiempo le alcanzaba, pero resulta que es él el que está venciendo al tiempo. Salió de la Selección, a mi juicio justamente, porque Villa, Torres y Güiza le estaban adelantando. Han pasado cuatro años y ellos tres ya no están, o están a medias, y él sigue y sigue y ahora provoca discusiones sobre si merece entrar junto a los de la nueva hornada, los Llorente, Soldado y Negredo. No seré yo quien agobie a Del Bosque, pero es justo reconocer que resiste la comparación con cualquiera y que, desde luego, por él no va a quedar. No se cae de las portadas.

Y otro siete, este de anteayer: Juanito. Hoy hace veinte años que se estrelló en la carretera, cuando ya empezaba una prometedora carrera de entrenador. Regresaba de ver un partido europeo del Madrid, de su Madrid. Su muerte fue un terrible impacto. Vivió aceleradamente, se equivocó mucho, se arrepintió sinceramente cada vez, le arruinaron, se rehízo. Vivió... Cada minuto siete, el Bernabéu le canta. Hoy se le recordará más que nunca. El Madrid ha tenido otros 'sietes', alguno tan connotado como Butragueño. Pero hoy a los que tengo presentes es a estos tres. Son puro Real Madrid.