Nadal-Federer en el Santiago Bernabéu

Nadal-Federer en el Santiago Bernabéu

Nadal y Federer jugarán sobre el césped del Bernabéu el 14 de julio, entre Wimbledon y los JJOO. El Madrid aspira a batir con eso el récord Guinness de asistencia de espectadores a un partido de tenis. Será uno de los actos con que el club piensa festejar sus 110 años de existencia, que se cumplen muy pronto. Habrá otros actos relevantes: el Millonarios vendrá al Trofeo Bernabéu, guiño a Di Stéfano, el Manchester United será el invitado al Classics Match, habrá una exposición itinerante de la sala de trofeos y varios foros temáticos repartidos a lo largo del año servirán para profundizar en la vida del club.

Lo que más me llama la atención es lo primero. Recuerda gestos llamativos, ya muy lejanos, del Madrid de Bernabéu, que abrió el recinto para el boxeo en los tiempos de Young Martin, dio entrada a la Vuelta a España en años de Langarica, trajo fútbol americano al estadio, todavía en los cincuenta, para presumir de la luz artificial, lanzó el baloncesto en este país a través de la televisión (hasta propició un partido ida y vuelta fútbol-baloncesto muy comentado) y colocó su escudo en el pecho de Santana en los mejores años de éste, cuando ganó Wimbledon. Bernabéu tenía vocación de pionero.

Ciento diez años no son cien, pero son una excusa para que el Madrid se reconozca en su historia. Ahí tiene muchas enseñanzas que rescatar. Es bueno agradecer que sesenta años atrás fue el Millonarios quien presentó aquí a un tal Di Stéfano, es bueno darle un abrazo al viejo y querido Manchester United, la referencia quizá más grata de entre los grandes rivales europeos del club, es bueno airear la sala de trofeos, es bueno proponerse el desafío de llevar a decenas de miles de espectadores a un Nadal-Federer. Todo eso permite recordar lo que siempre fue el Madrid, lo que nunca debe olvidar que fue.