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Elemental, querido Watson

Después de pasarse por el arco del triunfo durante años todas esas aburridísimas teorías científicas sobre el liderazgo, José Mourinho, autodidacta visceral con leyes propias en el terreno de juego, aplicó por fin la del doctor John B. Watson. Este tipo con nombre de amigo de Sherlock Holmes traería una explicación elemental para los abrazos de Mou a sus futbolistas tras el partido en Anoeta: el líder nace pero también se hace. Dicho de otro modo: hay diferentes formas de ejercer el liderazgo, y esta manera de plasmar en público su cambio de sensibilidad hacia la plantilla también apuntala su posición. Otro líder es posible.

Del liderazgo, al liderato. La historia blanca nunca valoró ser líder a mitad de campaña: era la costumbre. Últimamente, sin embargo, el Real Madrid añora ser líder, igual que cuando tenemos catarro nos acordamos de lo bonito que es estar sanos. Hasta que dejamos de estarlo. Por eso merece la pena festejar los logros. La alegría del Levante, entre la envidia sana del resto, ha revalorizado el primer puesto, lo ha dignificado aún más. Con una salvedad. Igual que los lideratos compartidos son premios entre paréntesis, con asterisco, el liderato que vale es el que pueda llegar el día después del Clásico. Ése sí sería un auténtico liderato para el nuevo liderazgo de Mourinho.